De quien temeré si Jehová es la fortaleza de mi vida (Salmo 27) – Bosquejo Bíblico

Introducción

“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1)

El salmo 27 comienza con un versículo que sin duda es una de las más grandes declaraciones de confianza que David declara hacía Dios. En este salmo David habla de adversarios, testigos falsos, hombres violentos, un sin fin de dificultades y angustias que tuvo que pasar y soportar. Lógicamente como ocurre con muchos de los salmos de David, es imposible afirmar con seguridad de qué período de su vida proviene. Lo cierto es que David manifiesta su confianza en Dios a pesar de las dificultades.

El rey David escribió esto desde una época de angustia. Sin embargo, es un cántico de confianza y triunfo: porque David no estaba en tinieblas ni en peligro supremo, porque Jehová era su luz y salvación.

En este salmo también podemos notar un cambio de dirección entre la primera mitad y la segunda mitad, donde claramente David cambia de sentido lo que hace pensar que eran dos salmos diferentes que se han unidos.

Aspectos esenciales sobre el sublime amor de Dios (Salmo 27)

  1. La confianza que David tenía en Dios. «Jehová es mi luz y mi salvación; ¿De quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿De quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.» (Salmo 27:1-3).
  2. El deseo ferviente de estar en la presencia de Dios. «Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.» (Salmo 27:4).
  3. Las bendiciones de estar en la presencia de Dios. «Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.» (Salmo 27:5-6).
  4. Buscando al Dios de mi salvación. «Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; no escondas tu rostro de mí, no apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.  Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.» (Salmo 27:7-10).
  5. Levantando oración pidiendo guía y sustento. «Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud, a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.» (Salmo 27:11-13).
  6. Un consejo para los demás. «Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.» (Salmo 27:14).

Conclusión

Dios nunca nos desamparará. David, nunca dejó de buscar a Dios, a pesar de sus angustias y persecuciones, el confió y se mantuvo fiel y Dios recompensó esa fidelidad.

Aprender a tener un deseo ferviente de estar en la presencia de Dios, buscándolo día a día y sobre todo pedir su guía en oración.

Dios nos da fuerzas y fortaleza para nuestros corazones en los días de angustia, él no permitirá que desfallezcamos, esta fuerza la derrama mientras lo buscamos y confiamos en Él, con una actitud positiva y sobre todo activa, dejando de lado la soberbia y nuestras propias fuerzas, dependamos de él y entreguémosle nuestras vidas.