Introducción
David fue perseguido por el rey Saul por muchos años, él rey hizo muchas campañas de búsqueda para capturar a David, pero ninguna tuvo éxito, él tuvo que mantenerse escondido en cuevas por temor a su muerte, hasta que el pueblo lo proclamo como rey, después de la muerte de Saul.
En medio de estos años de persecución, es donde el escribe este salmo, a pesar de tener el corazón abatido y angustiado. David nos presenta a un Dios Omnisciente y Omnipresente, que “todo lo ve y todo lo sabe”.
El menciona que Dios lo conoce muy bien, lo conoce a profundidad y no hay nada que él no lo sepa. Podría esconderse, pero no habrá un lugar en el mundo, donde Dios no lo pueda encontrar.
Aspectos esenciales de la omnipresencia y omnisciencia de Dios Salmo 139:1-24
- Dios nos ha examinado y conoce todos nuestros pensamientos (Omnisciente). «Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme. Has entendido desde lejos mis pensamientos.» (Salmo 139:1-2).
- No hay un lugar donde podamos encondernos de Dios (Omnipresente). «¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?, si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitará en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra» (Salmo 139:7-9).
- La actitud humilde del salmista y su disposición de ser examinado. Pidiendo la guía de Dios. «Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno.» (Salmo 139:23-24).
Conclusión
Él lo conoce desde antes de la fundación del mundo, desde antes que naciera, desde el vientre de su madre conoció a su embrión. «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas.» (Salmos 139:16).
Dios nos ha conocido desde antes de la creación de mundo, él no ha escogido para su gloria; El conoce todo nuestro ser y cada pensamiento que tenemos. “Jehová, tú me has examinado y conocido.”
Nos cuidaré en todo momento de todos nuestros enemigos y no permitirá que perezcamos. “De cierto, Dios, harás morir al impío. ¡Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios!”. Conocerá nuestro corazón y nuestros pensamientos y encontrará en nosotros caminos de rectitud y nos y guiará en el camino eterno.