«Este mensaje» (Génesis 32: 1–21) – Sermón Bíblico

Puede parecer extraño, pero el evidente temor de Jacob a Esaú es una señal de crecimiento personal.

Los psicólogos etiquetan el problema inicial de Jacob como «egocentrismo». Con esto se refieren a ver las cosas solo desde la propia perspectiva, sin darse cuenta de la perspectiva de los demás. En sus primeros años, Jacob planeó robar la primogenitura y la bendición de su hermano, sin preocuparse por cómo estos actos podrían afectar a su hermano y su relación. Jacob y su madre en realidad parecían sorprendidos por la ira de Esaú. ¡Ni siquiera habían pensado en cómo reaccionaría Esaú al ser víctima!

Sin embargo, veinte años después, el propio Jacob había sido víctima de un plan. ¡Labán había sido tan injusto con él como lo había sido con Esaú! Ahora Jacob había experimentado muchos de los sentimientos que Esaú debió haber conocido, sentimientos experimentados por todos los que son víctimas: frustración, impotencia e ira.

Por fin, Jacob pudo identificarse con su hermano Esaú y comprender cómo sus propias acciones debieron haber hecho sentir a Esaú. Y porque entendió, Jacob tuvo miedo. Nadie merece ser tratado como él había tratado a Esaú, o como él mismo había sido tratado ahora. Tal trato despierta la ira y merece un castigo.

Con demasiada frecuencia, los cristianos también caemos en la trampa del egocentrismo. Podemos hablar o actuar con justicia propia, sin darnos cuenta de cómo nuestro tono afecta a los demás. Nos esforzamos por alcanzar una buena meta, pero a menudo ignoramos cómo nuestros métodos dañan a los demás.

Dios hizo que Jacob fuera sensible a los sentimientos del hermano que había victimizado al convertir al mismo Jacob en una víctima. Sospecho que a veces Dios usa la misma receta al tratar con nosotros. Cuando nos lastiman, a menudo es un reflejo de la forma en que lastimamos a los demás, un recordatorio no tan gentil de que Dios nos ha encomendado el deber de amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos.

Sería maravilloso si usted y yo pudiéramos ser naturalmente sensibles a los demás. Pero esta es una actitud que debemos desarrollar. La promesa y la advertencia son claras en la vida de Jacob. La promesa es que incluso las personas poco probables como Jacob pueden convertirse en personas que comprendan y consideren a los demás. La advertencia es que si vivimos vidas egocéntricas, aprovechándonos de los demás, Dios puede colocarnos en posiciones en las que experimentamos el mismo dolor que hemos causado que otros sufran.

Aplicación personal

Si consideramos los sentimientos de los demás, tomaremos decisiones más sabias y piadosas.

Cita

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Donde haya odio déjame sembrar amor.
Donde haya dolor, perdón.
Donde haya duda, fe.
Donde hay desesperación, esperanza.
Donde haya tinieblas, luz; y
Dónde hay tristeza, alegría.
Oh Divino Maestro, concédeme que no busque tanto ser consolado como consolar;
Ser entendido como entender;
Ser amado como amar;
Pues es al dar que recibimos;
Al perdonar se nos perdona; y
Es muriendo que nacemos a la vida eterna. -Francisco de Asís