Introducción
Pablo después de salir de Corinto escribió una carta a los cristianos recomendándoles que, “no tenga nada que ver con los fornicarios”, esto para responder a un informe de la gente de Cloé sobre los problemas que hay en la iglesia de Corinto.
En tiempos de los corintos había un dicho posiblemente de origen filosófico que exhortaba a las personas a complacer todos los deseos de su cuerpo y por ello cita: Todas las cosas me son lícitas. Al parecer esa idea la estaban practicando algunos hermanos de la iglesia, pero Pablo contradice este dicho con dos respuestas.
En primer lugar, dice: Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen, es decir, hemos sido llamados a libertad y no libertinaje, libres del pecado por la gracia de Dios y no para seguir bajo la esclavitud del pecado: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”.» (Romanos 6:1-2).
También dice: todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna, ya que obviamente no todas las cosas son malas, pero su exceso nos puede dañar: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.» (2 Timoteo 1:7).
Aspectos esenciales sobre la santidad de nuestros cuerpos Corintios 6:12-20
- Todas las cosas me son permitidas, pero no todas me convienen. «Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen…» (Corintios 6:12)
- Somos para consagración al Señor. «Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.» (Corintios 6:13)
- Somos miembros del cuerpo de Cristo. «¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?…» (Corintios 6:14).
- Somos templos de Espíritu Santo. «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?» (Corintios 6:19).
Conclusión
En este sentido debemos comprender que hemos sido llamados a una vida de libertad, libres de la esclavitud del pecado, libres para servir a nuestro Señor y libres para escoger todo lo que nos convenga y beneficie nuestra vida en Cristo.
No podemos hacer todo lo que queramos, pero que tengamos cuidado de las cosas que hacemos, pues no todas ellas son de edificación para hacernos creer en Dios. No debemos permitir que ninguna cosa que nos haga daño o nos separé de Dios nos domine.
El poder de Dios no ha liberado de la esclavitud del pecado, pero también no ha limpiado, ahora caminamos en santidad, somos miembros del cuerpo de Cristo, somos un espíritu con él. Somos templos de del Espíritu Santo, que está en nosotros morando.