“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.” (Salmos23:1-2)
Introducción
Muchas veces como hijos de Dios experimentamos tiempos difíciles, desiertos solitarios, momentos de angustias, necesidades físicas, necesidades emocionales o espirituales, que tratan de menguar nuestra fe y derrotarnos. Pero es en esos momentos donde empezamos a ser más fuertes, a experimentar gran fortaleza y llenarnos de fe, porque sabemos, que a pesar de las circunstancias que la vida presenta, tenemos un pastor bueno que está interesado en nuestro bienestar, y nos llevará a pastos verdes, donde habrá descanso y provisión todos los días.
Cuando el Rey David expresó estas palabras “Jehová es mi pastor”, lo hizo porque él sabía muy bien todo lo referente a este oficio, debido a que en su juventud pastoreo las ovejas de su padre. David sabía que las ovejas son animales indefensos, temerosos y que necesitan ser guiados, ya que sin un pastor que las defienda o las guíe, es muy difícil que sobrevivan de los depredadores o del peligro de descarriarse en el campo.
Aspectos esenciales sobre elevar nuestras peticiones a Dios (Salmos23:1-2)
- Dios es nuestro pastor, él cuida de nosotros y nos guía diariamente. «Jehová es mi pastor…» (Salmos23:1a).
- Dios provee todo lo necesario para nuestras vidas. «…nada me faltará.» (Salmos23:1v).
- Cual pastor, nos lleva a descansar a lugares seguros. «En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.» (Salmos23:2).
Conclusión
Nosotros somos esas ovejas que necesitan ser cuidadas y dirigidas por nuestro gran pastor Jesucristo. Debido que los peligros que enfrentamos son similares.
Necesitamos ser guiados por El Señor y su palabra. Porque, así como una oveja es cuidada, alimentada y guiada por su pastor, ninguna de estas cosas nos faltará a los que somos cuidados, alimentados y guiados por Cristo.