«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos.» (Juan 8:12)
En el evangelio de Lucas, capitulo 4, verso 17 hacia adelante, vemos que Jesús, buscó en el libro, del profeta Isaías, el lugar exacto, donde estaba escrito una profecía sobre el Mesías. Está profecía hablaba de él mismo y se cumplió exactamente con el inicio de su ministerio. Jesús fue ungido por el Espíritu del Señor, para traer las «buenas nuevas» a las personas.
¿Y en que consiste las buenas nuevas?, en llevar el evangelio de vida a todos los hombre, en sanar a los quebrantados de corazón; y pregonar libertad a los cautivos, en devolver la vista a los ciegos; y poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor: «Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.» (Lucas 4:17-21).
Después de haber vivido tantos años en Nazareth, Jesús comenzó su ministerio a la edad de 30 años. Jesús comenzó a cumplir el plan de Dios, la hermosa historia de llevar al mundo «las buenas nuevas de la salvación». Escrito estaba que él sería el Mesías y que sería llenó del Espíritu del Señor, sólo él podía traer la reconciliación del hombre con Dios.
Con Jesús se cumplieron todas las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías. Jesús es el Mesías, él que trajo “las buenas nuevas” a los hombres.
Él fue quien nos liberó de la esclavitud del pecado, en él encontramos vida y vida en abundancia. Estábamos muertos, más por la gracia de Dios, fuimos liberados a través del Mesías, a través de la sangre redentora de Jesús, quien murió en la cruz, para darnos vida.