La ascensión de cristo evidenció el cumplimiento de la profecía (Hechos 1: 9) – Sermón Bíblico

«Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.» (Hechos 1: 9)

Jesús regresó al cielo como estaba escrito, él a lo largo de su ministerio, dio a entender muchas veces que era necesario que el regrese con el Padre. Este hecho fue registrado o visto, por los discípulos y muchos seguidores. Dice la biblia que mientras los discípulos miraban a Jesús desaparecer en el cielo, aparecieron dos ángeles y les dijeron que Jesús regresaría «…he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:10-11).

La ascensión de Jesús, estaba profetizada en el antiguo testamento, este hecho hizo posible que Jesús entrada al cielo y que pueda sentarse a la diestra del Padre, hasta que sus enemigos fueran puestos por estrado de sus pies: «Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies» (Sal. 110: 1).

La ascensión de Jesús, lo puso a lado de Dios, a su diestra. Pero también evidenció su glorificación y superioridad sobre los santos del Antiguo Testamento.

Jesús fue puesto por Dios como Señor y Cristo, a aquel que murió y resucitó: «Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo» (Hechos 2: 33-36)

La ascensión de Jesús nos trae justificación frente a Dios, él es nuestro Sumo Sacerdote. Dios el Padre aceptó el sacrificio expiatorio de Jesucristo como la expiación perfecta por los pecadores: «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión» (Hebreos 4:14).