«Como está escrito: no hay justo, ni aun uno…» (Romanos 3:10).
¿Cuál era la condición del hombre antes de aceptar a Cristo?
La Biblia nos dice que, el hombre es un ser pecador, corrupto, que siempre busca el mal, que se rebela constantemente contra la ley de Dios.
Es un ser inconsciente de su propia naturaleza que por sí sólo, no puede cambiar la condición en la que se encuentra: «Como está escrito: no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (Romanos 3:10-12)
El ser humano no puede buscar a Dios por su propia naturaleza, el hombre viene a este mundo espiritualmente muerto.
Somos inconscientes de nuestra naturaleza pecaminosa, estamos muertos en delitos y pecados, vivimos conforme a las reglas de este mundo: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia» (Efesios 2:1-2).
¿Actuaremos de acuerdo a nuestra naturaleza?. Nuestra naturaleza es pecaminosa, y si deseamos cambiar, no lo podremos hacer por nosotros mismos. Sin la regeneración, ningún pecador vendrá́ a Cristo en arrepentimiento y fe: «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero» (Juan 6:44).
Pero Dios nos dio la oportunidad de acercarnos a él, no vio nuestras manchas, nuestra rebelión, nos vio con amor, a través de Jesús, quien nos justifico delante de él y nos hizo dignos