La generación de «ahora» (Deuteronomio 28: 15-68) – Sermón Bíblico

Un artículo reciente en el periódico de San Petersburgo declaró que si bien se necesita un promedio de 8 a 10 años para experimentar el poder destructivo total del abuso del alcohol, la persona que comienza a consumir cocaína crack encontrará su vida arruinada en seis a ocho meses. Sin embargo, según el periódico, el crack es una epidemia en San Petersburgo y atrae a usuarios de todos los estratos de la sociedad.

Realmente no me sorprende. Los estadounidenses nos hemos convertido cada vez más en una nación de personas que exigen gratificación instantánea. Queremos nuestros placeres ahora. Trágicamente, pocos parecen preocupados de si conseguirlos implica hacer el bien o el mal, o si los placeres que exigimos nos ayudarán o dañarán a largo plazo.

De alguna manera, para muchas personas, solo el presente parece importante. El futuro, moldeado por las consecuencias de las elecciones presentes, parece demasiado irreal para considerarlo en absoluto.

Quizás es por eso que Deuteronomio da cuatro veces más espacio para deletrear las consecuencias de la desobediencia que para describir las bendiciones que los obedientes pueden esperar. La gente siempre ha intentado desesperadamente ignorar el futuro. No somos los primeros en pretender que el pecado es irrelevante y que las decisiones de hoy no tendrán consecuencias en el mañana.

Sospecho que algunos estarían un poco molestos con Dios por pasar tanto tiempo pintando un cuadro tan oscuro. Pero en realidad, este pasaje me recuerda lo bondadoso que es Dios. Entiende nuestra tendencia humana a elegir el placer sin considerar el mañana. Al explicar las consecuencias oscuras de las decisiones equivocadas con terrible detalle, Dios nos obliga a enfrentar la realidad.

Nadie puede pecar sin peligro. Nadie puede pecar descaradamente. Nadie puede escapar por mucho tiempo a las consecuencias de sus actos.

Aplicación personal

Vive una vida recta hoy, y mañana se cuidará solo.

Cita

«La paga del pecado es muerte; gracias a Dios, renuncié antes del día de pago». – Reamer Loomis