«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105).
La Biblia, fue escrita por Dios, es una fuente inagotable de sabiduría, donde encontramos consejos, parábolas e historias magnificas con mucha enseñanza, pero sobre todo contiene “palabras de vida” que nos ayudan a conocer más a Dios, nos ayuda a ser más sabios y diligentes en nuestro camino; y puede transformar nuestro corazón.
David en su salmo 119, nos habla de una serie de recomendaciones de la ley de Dios, aconseja que sean muy guardados sus mandamientos: El salmista conecta la obediencia encargada con las bendiciones para el obediente.
Él muestra que la razón por la que Dios nos encargó que sean muy guardados sus mandamientos no es solo porque esto lo honra, sino también porque es el camino hacia la bendición. Dado que este es un salmo que glorifica a Dios y Su palabra, se refiere a las Escrituras una y otra vez.
El salmista andaba por el camino de la vida, la palabra alumbraba sus pasos, él no sabría dónde pisar sin la guía de la palabra de Dios.
No sabemos si nuestro pie pisará un buen terreno o un terreno peligroso; no somos conscientes de nosotros mismos. La palabra de Dios puede ser una lámpara para nuestros pies.
En pocas palabras, la biblia debería ayudarnos a caminar de la manera que Dios quiere que caminemos. La ilustración de una lámpara dice algo. “Así es nuestro paso en camino oscuro y peligroso irradiado por la lámpara y la luz de la palabra. Pero a menos que se encienda la lámpara, a menos que la enseñanza del Espíritu acompañe a la palabra, todo es tinieblas, tinieblas espesas.
Necesitamos que la biblia nos enseñe a discernir el bien del mal. Ciertamente tenemos un sentido interno de esto en nuestra conciencia; pero nuestra conciencia puede ser débil, ignorante o estar dañada. La palabra de Dios es más elevada incluso que nuestra conciencia, y la instruye.
La biblia es básicamente comprensible para cualquier persona de mente abierta que la lea, esta nos ayuda a cambiar, nos transforma, nos redarguye y nos hace mejores personas, cambia nuestra mente, nuestra manera de vivir, de hablar y de actuar, pero sobre todo nos hace ser como Dios quiere que seamos.