La parte de Dios (Deuteronomio 14: 22-15: 18) – Sermón Bíblico

“Traigan sus diezmos al alfolí”, solía predicar el pastor L. «Entonces puedes dárselo a los demás». Lo que quiso decir, por supuesto, fue que la iglesia local debería recibir el diezmo del cristiano. Todas las demás donaciones superaron el 10 por ciento que nuestro pastor pensó que la iglesia local se merecía.

Entiendo su mensaje. Pero cuestiono su exégesis. Particularmente cuando leo capítulos como estos en Deuteronomio. Aquí una cosa vincula el diezmo, que Israel estaba obligado a dar, y la generosidad, que se instaba a los israelitas a mostrar. ¿Porqué es eso? Ambos requerían que las donaciones obligatorias y las donaciones opcionales estuvieran destinadas principalmente a satisfacer las necesidades humanas.

El diezmo regular se entregaba al templo para ser utilizado para apoyar a los levitas y sacerdotes que servían a Dios allí. Luego, cada tres años, el diezmo se almacenaba localmente para que «los levitas (que no tienen parcela ni herencia propia) y los extranjeros, los huérfanos y las viudas que viven en sus ciudades puedan venir, comer y quedar satisfechos» ( 14:29). Tanto las contribuciones requeridas por Dios como las opcionales que Él alentó fueron destinadas a satisfacer las necesidades humanas.

Si mirara mis formularios de impuestos sobre la renta de los últimos años, vería un patrón interesante. Nuestra iglesia local recibe apoyo regular. Pero un mayor porcentaje de nuestras donaciones se dirige a ministerios como Prison Fellowship, que ministran directamente a los que no tienen poder en nuestra sociedad. Y algunos se dirigen a causas no deducibles e incluso «seculares».

Ciertamente, al menos este importante pasaje de Deuteronomio nos da una nueva perspectiva del amoroso corazón de nuestro Dios. Y tal vez hacer que nos detengamos y evaluemos la forma en que lo adoramos con nuestra ofrenda.

Aplicación personal

¿De qué manera muestra su reverencia por Dios los días de semana?

Cita

“La piedad no puede consistir únicamente en actos específicos, como la oración o la observancia del ritual, sino que está ligada a todas las acciones, concomitantes a todas las acciones, acompañando y dando forma a todos los negocios de la vida. La responsabilidad del hombre para con Dios es el cadalso sobre el que se para a diario mientras construye la vida. Todas sus acciones, todos los incidentes de su mente, tienen lugar en este cadalso, de modo que incansablemente el hombre está trabajando, ya sea edificando o derribando su vida, su hogar, su esperanza en Dios.”- Abraham Heschel