Nada podrá separarnos del amor de Cristo (Romanos 8:35) – Sermón Bíblico

«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?» (Romanos 8:35)

Pablo, les explica a los hermanos de la iglesia en Roma, las diferencias que existen entre andar en la carne y andar en el Espíritu de Dios. Él comienza su discurso sobre las bendiciones que Dios derrama sobre sus hijos y como somos más que vencedores en él.

Dios nos conoció desde antes de la creación, él tenía un plan para nosotros, él nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su hijo. Y a los que predestinó también los llamó y justificó a través de su hijo Jesús; y luego los glorificó.

No es mera casualidad que te hay escogido a ti y a mí. La Biblia dice que él nos conoce desde el vientre de nuestra madre: «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones» (Jeremías 1:5).

¡Entonces!, si Dios nos amó desde siempre, para convertirnos en sus hijos, por la glorificación de Jesús, ¿habrá alguien que puede estar en contra de nosotros?.

Estar en contra de los hijos de Dios, es como estar en contra de Dios mismo, como diría Pablo: «¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Romanos 8:31).

“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”, Si bien es cierto que, si estamos con Dios, nadie podrá enfrentarnos, porque enfrentaría a Dios.

Esta afirmación, que en realidad es una promesa, implica también, que nadie podrá acusar a los escogidos Dios. ¿Quién podría hacerlo?, Pablo continúa y nos dice: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros» (Romanos 8:31).