PIADOSO (Deuteronomio 30: 11-20) – Sermón Bíblico

Quizás la mejor analogía del compromiso que Dios nos pide que le hagamos es la ceremonia de la boda. La boda llega como la culminación de meses (o mejor, años) de conocer gradualmente a otra persona. Con el tiempo, la amistad se convierte en amor, o la atracción inicial se profundiza en aprecio. Entonces, cada persona se da cuenta: “¡Quiero pasar mi vida con esta persona!” Luego, los dos planean una boda, una ceremonia para anunciar a todos que dos personas han decidido unirse solo el uno al otro, para bien o para mal. en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe.

Sin embargo, es fascinante. Esa ceremonia, la culminación de los sueños de tantas mujeres jóvenes, no es un final sino un comienzo. Es el comienzo de toda una vida de actuar sobre la decisión que marcó la ceremonia. Es el comienzo de una vida de decisiones moldeadas por el hecho de que, en un momento determinado, dos personas estaban juntas y comprometidas entre sí. Para entonces. Y para siempre.

Es precisamente este tipo de ceremonia la que se contempla en Deuteronomio 30. Moisés pide a la nueva generación que tome una decisión que dé forma a la vida. Moisés pide a Israel que se comprometa con Dios, que elija la vida con Él y luego cumpla ese compromiso por el resto de sus vidas.

Como dice Moisés, la vida que exige este compromiso «no es demasiado difícil para ti ni está fuera de tu alcance». Esa vida está expresada en la palabra que Dios nos ha dado, una palabra cercana, en nuestra boca y en nuestro corazón. Haz y cumple este compromiso, prometió Moisés, y «vivirás y crecerás, y el Señor tu Dios te bendecirá». Si se detiene o se aparta, «ciertamente será destruido».

Los cristianos debemos darnos cuenta de que nuestra relación inicial con Jesús está destinada a crecer y profundizarse hasta el punto en que nosotros también nos demos cuenta de que «quiero entregar mi vida a esta Persona que me ama». Esa comprensión puede llegar en la iglesia, en respuesta al llamado de un pastor. Puede suceder en la privacidad de su propia habitación, leyendo literatura devocional como este libro. Cuando llegue la realización, entonces usted también tendrá que tomar una decisión. ¿Me comprometeré completamente con Dios, dándome cuenta de que esta decisión dará forma a mis elecciones por el resto de mi vida?

Quizás el mismo Moisés nos da la razón más convincente para hacer ese compromiso ahora. “En este día”, dice, “llamo al cielo ya la tierra por testigos contra ustedes de que he puesto delante de ustedes la vida y la muerte, las bendiciones y las maldiciones. Ahora elige la vida, para que tú y tus hijos vivan y amen al Señor tu Dios, escuches su voz y te aferres a Él. Porque el Señor es tu vida, y te dará muchos años en la tierra que juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob ”(vv. 19-20).

Aplicación personal

Si no ha hecho un compromiso específico de amar y obedecer a Dios, ¿por qué no hacerlo ahora?

Cita

“Dios altísimo y glorioso, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame, Señor, una fe correcta, una cierta esperanza, una perfecta caridad, sentido y conocimiento, para que pueda cumplir tu santo y verdadero mandamiento”. Francisco de Asís