«Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.» (Romanos 5:17).
Cuando llegamos a entender las buenas nuevas de la salvación nos damos cuenta de la condición en la que se encuentra el hombre; la luz de Dios nos muestra la ceguera espiritual en la que se encuentra, entendemos que él está condenado a muerte, pero por otra parte también nos enteramos de que Dios, en su inmenso amor quiere rescatar al hombre de esa condición de muerte, quiere redimirlo y justificarlo.
Dios se compadeció del hombre e ideo un plan para salvarlo, pero era necesario pagar un alto precio que cubriera el desastre que hizo el hombre cuando se reveló contra Dios. Después de que entró el pecado y la muerte en la humanidad por la desobediencia de Adán, todos estábamos condenados, sin embargo, por el amor de Dios y su misericordia, a través de su hijo Jesús fuimos justificados, presentados sin mancha delante de Dios: «Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.» (Romanos 5:17).
Jesús fue presentado sin mancha, como un cordero listo para el sacrificio, el murió en la cruz, pero la muerte no pudo retenerlo, la biblia dice que resucito al tercer día: «…Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.» (Lucas 24:7).
Jesús resucitó y junto con él resucitamos también nosotros y su resurrección nos justificó delante del padre, ahora podemos presentarnos delante de él sin mancha y libres de pecado.