«Porque comiste» (Génesis 3: 8-19) – Sermón Bíblico

El diálogo entre Dios y Adán está en el centro de estos trágicos capítulos. Dios encontró a Adán y lo interrogó. Las palabras de Adán revelaron el hecho de que esta fue realmente la historia de una Caída, a pesar de la afirmación de algunos de que comer del fruto prohibido era un paso hacia arriba.

Adán ahora temía al Dios cuya imagen llevaba (v. 10). Adán estaba consciente de su culpa y sintió vergüenza (v. 10). Adán se negó a enfrentar la realidad e intentó echarle la culpa de su acto a Eva (v. 12). Eva tampoco quiso aceptar la responsabilidad (v. 13). Entonces Dios anunció las consecuencias que deben seguir las decisiones tomadas por cada actor en el drama de Génesis 3.

Es importante ver las consecuencias no como un castigo arbitrario sino como una necesidad requerida por la naturaleza moral del universo que Dios creó. La serpiente que prestó su cuerpo como vehículo a Satanás perdió su belleza (v. 14). Despojado de la ilusión, el pecado es siempre feo y degradante. Satanás ganó la hostilidad en lugar de la lealtad de la raza humana (v. 15). A diferencia de los ángeles que cayeron, la humanidad no formará voluntariamente filas detrás de Satanás en su loca guerra contra Dios. Satanás también está destinado a ser aplastado por Aquel que nacerá de la raza caída (v. 15). En un universo moral, es imposible que el mal triunfe.

Las consecuencias para Eva fueron físicas, psicológicas y sociales (v. 16). Algunos entienden que «aumentan los dolores durante la maternidad» para indicar un ciclo menstrual más frecuente. «Tu deseo será para tu esposo» indica una nueva dependencia psicológica que reemplazará el sentido original de Eve de fuerte identidad personal. Y «él gobernará sobre ti» introduce por primera vez la idea de jerarquía: que en un universo pecaminoso los seres humanos lucharán por dominarse unos a otros, y que la sociedad forzará a las mujeres a asumir roles subordinados y despersonalizadores. Aquí la causa no es la moralidad del universo, sino la distorsión causada por el pecado mismo. Cuando Adán y Eva abandonaron la sumisión a la voluntad de Dios para hacer valer sus propias voluntades independientes, el conflicto se volvió inevitable.

Adán también sufriría, esta vez por la distorsión que el pecado causó en la naturaleza (vv. 17-19). El trabajo se convirtió en trabajo y la vida en una lucha contra la naturaleza.

En todas estas cosas vemos más evidencia de la ruina que trae el pecado. Sin embargo, también sentimos una nota de esperanza. Lo que hizo Adán, Cristo lo ha reparado y lo reparará. Cuando Jesús venga, la naturaleza misma será liberada (Rom. 8: 18-21). ¡Pero tú y yo podemos experimentar la liberación incluso ahora! No, no por los cambios físicos causados ​​por el primer pecado. Pero podemos liberarnos en nuestras relaciones. Podemos ser liberados de la competencia en nuestros hogares e iglesias, y mediante la sumisión mutua a Dios recuperaremos la armonía que reinaba antes de la Caída. Podemos liberarnos del deseo de establecer nuestra propia superioridad dominando a los demás. En Cristo también podemos liberarnos de la culpa, del odio y de la injusticia.

La imagen oscura que se dibuja aquí a medida que se definen las consecuencias del pecado nos recuerda lo que una vez fue antes de la Caída. Esa imagen de lo que el hombre ha perdido nos informa del tipo de personas que estamos llamados a ser en Cristo, y del brillante futuro que Cristo promete al pueblo de Dios.

Aplicación personal

¿Qué indicios de la Caída ve en sus propias relaciones con los demás? ¡Ser alentado! Cristo murió para librarte de estas consecuencias del pecado.

Cita

“Estamos estableciendo un récord mundial de todos los tiempos en la producción de cosas materiales. Lo que nos falta es una fe justa y dinámica. Sin ella, todo lo demás nos sirve de poco. La falta no puede ser compensada por políticos, por muy capaces que sean; o por diplomáticos, por astutos que sean; o por científicos, por inventivos que sean; o por bombas, por poderosas que sean «. – John Foster Dulles