Introducción
El evangelista Juan, en el primer capítulo de su evangelio, narró la historia del nacimiento de Jesús, un hecho milagroso, que demostró el poder de Dios y el principio del cumplimiento del plan de salvación del hombre.
El Ángel Gabriel fue enviado a Galilea con noticias para hablar con María: «Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS…» (Lucas 1:30-31), entonces María turbada y temerosa por las palabras del Ángel, le dijo, ¿cómo puede ser esto posible?: «entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón…» (Lucas 1:34), pero el Ángel le dijo: «porque nada hay imposible para Dios.» (Lucas 1:37).
Aspectos esenciales sobre Lucas 1:37)
- Para Dios no hay nada imposible, porque él no está sujeto a las leyes naturales, es está, por, sobre todo.
- Dios interviene en la historia del hombre y también quiere intervenir en nuestra vida, pero no nos va a forzar a aceptarlo.
- Él nos quiere libres y conscientes de que lo estamos buscando, de que lo necesitamos, y quiere que, libres y conscientes, seamos nosotros los que lo elijamos a Él, puesto que Él nos ha amado primero.
Conclusión
Si analizamos estos versículos humanamente, llegaremos a la conclusión de que está historia es imposible, pero Dios que estableció las leyes naturales con su poder y sabiduría, puede del mismo modo, hacer algo nuevo y mayor.
Por sus atributos revelados en las Escrituras, sabemos que Dios no está sujeto a nada, porque él es la causa de todo. De ahí la afirmación angelical, «nada hay imposible para Dios»