Thomas Merton dijo: “Nada es más sospechoso en un hombre que parece santo, que un deseo impaciente de reformar a otros hombres”.
Muchos problemas tienen componentes tanto psicológicos como espirituales, como escuchamos hoy en nuestro Evangelio: «¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘…déjame quitarte esa astilla en tu ojo’, cuando ni siquiera notas la viga de madera en tu propio ojo ?
El mensaje es: tenga cuidado de señalar las deficiencias, las fallas morales y las tendencias molestas de los demás porque eso puede ser una función del orgullo y el ego.
Thomas Merton dijo: “Nada es más sospechoso en un hombre que parece santo, que un deseo impaciente de reformar a otros hombres”.
En su lugar, pregúntese: ¿Por qué precisamente encuentro este pecado o defecto de carácter de los demás particularmente molesto?
Jesús insinúa que es porque nos recuerda una falla similar en nosotros mismos que no reconocemos, y por eso la proyectamos en los demás.
En cambio, antes de corregir a los demás, piensa en tu autoconocimiento y en la experiencia de tus luchas pasadas.
Solo después de eso, Jesús nos anima a usar nuestra vista más clara para corregir y evangelizar a otros.
Para esta semana, haga lo que alguien compartió que escuchó que un director de retiro le preguntó a cada participante:
–Recuerde a una persona que le resulte difícil de aceptar y luego cuente en detalle las características que hacen que la persona sea tan detestable para usted.
Luego, como recomendó el director del retiro:
Ve a tu habitación y pídele a Dios que te perdone esas mismas faltas.
Amén.