«Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37).
«¿Quién nos separará del amor de Cristo?»
¿Podrá existir algo o alguien que nos pueda separar de Cristo?, las escrituras nos dicen que la vida cristiana no es nada fácil, seguir a Cristo es para valientes y que por su causa padeceremos persecuciones. Todas estas cosas hacen que nuestras fuerzas empiecen a flaquear y que nos preguntemos si vale la pena el esfuerzo, ser discípulo de Cristo está lleno de aflicciones, desventuras y problemas que a cualquiera le hace renegar de su fe. Pero no es un motivo para alejarse de Dios.
Pero Pablo sabía que no existía nada en el mundo que pueda sepáranos de Dios, ni tribulación, ni angustias, ni persecución, ni hambre, ni desnudez, ni peligro, o espada, él sabía que podíamos mantenernos firmes en Cristo a pesar de las dificultades.
Los hijos de Dios padecerán por amor a Cristo, pero él afirma que nada de lo que nos suceda, nos alejará de Dios. No existe nada que nos separé de él; «Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:10)
Nada puede interponerse entre el amor de Dios y sus escogidos. Podrán existir miles de problemas, pero ninguna de ellos puede interponerse a nivel espiritual entre el amor de Dios y el alma de un cristiano.
Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó, no a pesar de ellas, sino en medio de ellas. Y las experiencias de la vida, tanto si son acontecimientos circunstanciales como estremecedores, son nada para podernos separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.