UN LUGAR PARA EL ENCUENTRO (Génesis 33–36) – Estudio Bíblico

“Edificaré un altar a Dios, que me respondió en el día de mi angustia y que ha estado conmigo dondequiera que he ido” (Génesis 35: 3).

Por fin, Jacob regresó no solo a Canaán, sino a su hogar. Sus 20 frustrantes años con Labán habían terminado y su enemistad con su hermano Esaú se había resuelto. Fue ahora, mirando hacia atrás, cuando Jacob se dio cuenta del gran papel que Dios había desempeñado en su vida.

Descripción general

Jacob y Esaú se conocieron y se reconciliaron (33: 1-20). La venganza que Simeón y Leví tomaron contra la ciudad de un hombre que violó a su hermana creó nuevos temores en Jacob (34: 1–31). Dios le dijo a Jacob que regresara a Betel y se estableciera allí (35: 1-15). Raquel murió, pero Jacob encontró a su padre Isaac (vv. 16-29). La historia de los gemelos se cierra con una genealogía de Esaú y la nación edomita que fundó (36: 1-43).

Entendiendo el texto

“Ya tengo bastante” Génesis 33: 1–20. Jacob, aterrorizado, se quedó atónito cuando Esaú le dio la bienvenida con alegría. ¿Debemos darle crédito a Esaú con un espíritu generoso y perdonador? Realmente no.

Esaú siempre había sido un materialista, incapaz de ver ningún beneficio en lo espiritual. Esta actitud se mostró años antes, cuando Esaú «despreció» la promesa del pacto de Dios al cambiar su primogenitura por un plato de estofado (25: 29-34). Esaú había estado furioso por el robo de la bendición de su padre por parte de Jacob, pero solo porque quería la herencia familiar de riqueza material. Cuando, después de la huida de Jacob, Esaú realmente se hizo rico, su ira se desvaneció. A Esaú le pareció que Jacob había huido sin un centavo, con nada más que una promesa sin sentido de un Dios invisible. La declaración: «Tengo en abundancia», resume el punto de vista de Esaú. ¿Por qué estar enojado? Jacob no había obtenido nada de valor real. ¡En las riquezas terrenales, Esaú tenía todo lo que había valorado o deseado!

Qué diferente para Jacob. ¡Jacob esperaba que su hermano se enfureciera porque las promesas del pacto de Dios eran lo más importante en la vida de Jacob!

En cierto sentido, Dios bendijo tanto a Esaú como a Jacob. Cada hermano recibió lo que más deseaba en la vida. Pero solo la elección de Jacob tenía valor eterno.

Violación y venganza Génesis 34: 1-31. Los hermanos de Dinah tenían razón al estar «llenos de dolor y furia» cuando fue violada. Sin embargo, cuando el joven de Siquem pidió permiso para casarse con Dina, estaba actuando honorablemente de acuerdo con las costumbres de esa época. Ciertamente, los hermanos de Dina se equivocaron al vengarse de una ciudad entera por el acto de uno de sus ciudadanos.

Jacob, cuyos temores habían sido aliviados por la reconciliación con Esaú, ahora tenía una nueva preocupación. ¿Atacarían los otros cananeos a su familia porque sus hijos se habían vengado tan sangrientamente?

Como la de Jacob, nuestra vida nunca está completamente libre de estrés. Una ansiedad se alivia solo para ser reemplazada por una nueva. Jesús dijo: “En este mundo tendrás problemas” (Juan 16:33). Necesitamos una paz que tenga una fuente más allá de este mundo, una paz que no se vea afectada por lo que nos sucede aquí.

Muerte y reunión Génesis 35: 16-29. El texto solo toca los aspectos más destacados de los próximos años de la vida de Jacob. Raquel, que había llorado por su estado sin hijos, murió al dar a luz a Benjamín (vv. 16-20). El hijo mayor de Jacob tuvo una aventura con una de las concubinas de su padre (v. 22). Jacob y Esaú sepultaron a su padre y lloraron juntos (vv. 27-29). Dolor, ira, decepción, reconciliación y pérdida: todo esto es una herencia que compartimos con Jacob como seres humanos. Solo la relación con Dios y la confianza en sus promesas pueden hacer que esta vida, con sus alegrías y tristezas mezcladas, sea significativa.

“El relato de Esaú” Gén. 36: 1-43. Las genealogías eran especialmente importantes para el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Proporcionaron un sentido de continuidad, permitiendo a cada generación comprender su identidad rastreando sus raíces. Las genealogías permitieron al pueblo hebreo rastrear esas raíces hasta Abraham, y así validar su afirmación de ser el pueblo elegido por Dios, herederos de Su promesa a ese patriarca. Pero, ¿por qué trazar la línea de Esaú con tanto cuidado? Esaú no está en la línea prometida. Incluso le dio la espalda a la promesa, considerándola sin ningún valor.

Quizás la genealogía de Esaú sirve como un recordatorio importante de que los que están fuera de la casa de Dios no deben ser ignorados o descartados como sin importancia. Cada individuo tiene valor y valor a los ojos de Dios, y debemos ser valorados por nosotros. Los 91 extraños nombrados en esta genealogía no tienen sentido para nosotros, pero ninguna persona no es importante para Dios.